Auge y caída del jeque Babá

Vaya por delante que este post se lo iba a dedicar al Carnaval. Pero no ha podido ser debido a que el sábado de carnaval de 2006 fue algo atípico para Luciano y Adela.


Resulta que coincidía con el concierto de homenaje a Kike Turmix en la sala Jam de Bergara y Adela prefirió no disfrazarse. Brindavino iba disfrazado de Babá, un jeque multimillonario en busca de carnaza para sus harenes. Llevaba a modo de icono un palo en una de cuyas extremidades destacaba un barril de petróleo brent. En el barril se podía leer el siguiente lema: el petróleo es mi dios.

De la cuadrilla de Luciano y Adela tampoco se disfrazó nadie. En Zumarretxu si que había bastante gente disfrazada, pero estuvieron poco rato. Había unos, que se disfrazaron de talo, que estaban muy bien.

En la sala Jam tampoco había mucha gente disfrazada. O sí; no lo sé. El hecho es que casi todo el mundo iba de negro, de ese negro de los conciertos macarras.

El concierto, como ya he dicho, era un homenaje al incombustible Kike Turmix. En la web Kike Forever!, aparece toda la información referente a este homenaje, además de todo lo imprescincible para comprender a este personaje único e irrepetible. La recaudación estaba destinada en su totalidad a su familia. Y al día siguiente, domingo 19 de febrero, sus amigos exparcieron sus cenizas en aguas de deba, el pueblo donde nació.

Como merecía la ocasión, todo salió a pedir de boca: la sala estaba repleta para la ocasión; el ambiente era el de las grandes noches; Los grupos se entregaron sobre el escenario y, como colofón, el ambiente tanto en los camerinos como en los servicios fue de gran compañerismo. A todo el mundo se le hicieron cortas las cuatro horas ininterrumpidas de rock trepidante donde no hubía lugar para baladas. Rock en estado puro, hasta sus últimas consecuencias, el mismo que había defendido Kike en vida.

Ya desde las primeras bandas, el jeque Babá llamó bastante la atención del personal a cuenta del barril: lo blandía como una bandera sobre las cabezas de los espectadores y esto despertó la curiosidad de algunos. Así, estuvo charlando con un tío muy majo, amable y educado, alto y rubio, con acento francés y el pelo a lo Strummer. Se llamaba Laurent y venía de Dax. Sólo días más tade Brindavino se daría cuenta de que había estado charlando con un componente de los Jerry Spider Gang.

Entre banda y banda, también estuvo disertando con un fiel seguidor de los Pleasure Fuckers. Los había visto bastantes veces en directo, y estaba encantado con cómo estaba marchando el concierto. Como el jeque no estaba muy puesto en el tema, le puso al día sobre la actualidad del grupo: entre otras cosas, comentó la posibilidad de que la banda se volviera a juntar, ya que se habían sentido muy a gusto en los ensayos. Pero había un problema: ¿cómo encontrar un cantante que sustituya al incomparable Turmix?

Además, tuvo ocasión de hablar con una peña que había venido de Catalunya para ver el concierto. Uno de ellos repartía este collage, a la gloria de Kike, un verdadero carnaval del universo macarra:




El jeque Babá aceptó encantado el collage y como el tío le cayó bien le ofreció su tarjeta de presentación, no fuera que estuviera interesado en vender a su novia.

Pero poco a poco, el personal se fue cansando del barrilito del jeque Babá. Pronto se percataron de que nada tenía que ver con el homenaje a Kike, y el ambiente se fue enrareciendo. El primer toque se lo dieron un par de tíos que estaban grabando el concierto con sus cámaras digitales. Al parecer no les gustaba que un barril se interpusiera alegremente entre su objetivo y su objetivo. Por el momento la cosa no fue a mayores. Hasta que a Babá le pareció oír, a unos que tenía detrás, no sé qué de darle fuego a un barril; poco más tarde unas quinceañeras alteradas intentaron arrancarle la chilaba.

Viendo las pocas posibilidades que tenía de establecer un califato en Bergara, el jeque se deshizo del barril en cuanto tuvo ocasión y decidió confundirse entre el personal.

El olor del petróleo acabaría delatándolo.

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