Ban Thai, delicias thailandesas en Bilbao

Víctor Moreno, Leer con los cinco sentidos, Pamiela, Iruña, 2003.

Este libro que véis aquí está para comérselo. Su lectura supone emprender un viaje maravilloso por el mundo de los sentidos. Aunque en principio dirigido a maestros y profes de lengua, su contenido es una joya para todo el que tenga un poco de sensibilidad y amor por la lectura. Uno de los apartados está dedicado, cómo no, al gusto; ahí me he topado con un texto titulado “Ficha técnica del gusto” en el que Víctor Moreno estudia cómo se relaciona la persona con el papeo a lo largo de su vida. Aquí va un pequeño resumen que desglosa los gustos y disgustos culinarios por edades:


-Tres años: fase de neofobia (odio a lo nuevo); empieza a arrinconar zanahorias en el borde de los platos y a remolonear ante ciertos guisos.

-Siete años: la edad de la razón. Periodo de expansión. El niño se siente “mayor” y se comporta en la mesa como los mayores.

-Adolescencia: los gustos se desplazan hacia los salados, de los suaves a los fuertes. Se reinvindica la libertad. Alimentación desestructurada. Desde
Hamburguesas y refrescos gaseosos hasta yogures con ketchup, bocadillos de platano...

-Edad adulta: Los viajes y la variedad de acontecimientos templan el sentido del gusto, gana en matices gracias a la experiencia. Preferencia por los sabores fuertes.

Esta cita me viene al pelo para inaugurar esta sección dedicada al papeo. Y es que Adela y Brindavino estaban disfrutando en aquellos años de su llegada a la madurez culinaria.

Sus primeros pinitos fueron con la comida árabe. Como casi todo en la vida, fue una casualidad. Pillas un hostal en el barrio barcelonés de Graçia y te encuentras allí con el Oriente Medio en persona, pero en forma de restaurante. Los había a montones. El que más les gustaba a Luciano y Adela era uno muy pequeñito, libanés, el Karakala, en el corazón de Graçia (Torrent de l'Olla 136), donde además de platos exquisitos se sirve también un sobrio y noble vino libanés.

El último paso en su evolución culinaria lo provocó su viaje China en 2005, donde la comida acabó convirtiéndose en una obsesión. A la hora del desayuno ya estaban contando los minutos que faltaban para las doce.

Y así llegamos a febrero de 2005, al día 4, sábado -así lo tengo registrado en mi Brain-Pocket-. Esa fecha estaba marcada en el calendario de Merkalde SA que había en los fogones de Pipienea. Aquel día Luciano y Adela se habían propuesto una pequeña excursión a Bilbao para hacer dos cosas: la primera parte del día la iban a dedicar a la gastronomía y la segunda parte a... (Brindavino me dice que cambie de tema)

... a algo que resultó frustrante

Lo dejo así. No importa. Ya lo contaré en otro momento. Con eso me vale para lo que me interesa contar ahora:

Luciano y Adela en el Restaurante Tailandés Ban Thai

Este restaurante está en Bilbao, al final de la calle Autonomía partiendo desde Zabalburu. Habían escuchado una entrevista que Roge Blasco le había hecho a la persona que regentaba el negocio, y lo que oyeron les produjo tan buena impresión que decidieron ir en cuanto se presentara la ocasión.

De modo que aquel 4 de febrero, sábado, 1:30 PM, aparcaron a Galibier cerca del barrio de Iralambarri, detrás de la estación de Amezola, en unos pabellones industriales de fiesta. Aparcamiento gratis a punta pala a diez minutos del centro. Desde allí un pequeño paseo hasta llegar a las últimas manzanas de la avenida, oscuras y sucias, allí donde Bilbao pierde su nueva cara.









Pero allí hay una flor...,




...el restaurante tailandés Ban Thai.

Este es su Menú degustación

Ensalada Banthai

Nua Dad Diew
Filetes de ternera fritos con arroz glutinoso

Kiew Wan Kung
Colas de langostinos al curry verde

Khao Kai Nam Dang
Alas de pollo al estilo Ban thai

Khao Suei
Arroz blanco jasmin que acompaña a todos los platos, no debe faltar en ninguna mesa

Khao nhiao
Arroz blanco glutinoso

Postre a elegir
Precio menu por persona: 23 € + IVA (mínimo dos personas)

Y en esa flor entraron dos abejas con una inmensa curiosidad por degustar su miel.

Le he pedido a Luciano que haga una valoración de su experiencia gastrónomica. Él ha accedido encantado, claro, le he invitado a una cerveza.

-Me puse como el quico oyes, no dejamos nada en el plato. Si te digo que todavía estoy que no paro de echarme... (ejem, ¡Luciano!). En cuanto al orden de los platos... allí no es como aquí: primero, segundo y postre. Lo normal es que te saquen dos o tres platos a la vez, y si te tomas un menú degustación, como era nuestro caso, lo comes en dos tandas, de tres en tres. Así, primero nos sacaron los primeros dos platos y la ensalada; cada uno se echaba lo que quería a su plato, y lo iba comiendo con cuchillo y tenedor. Pan no había, aunque lo pidió una familia que teníamos al lado; sus niños estaban en plena fase neofóbica. En su lugar nos ofrecieron, en un vaso de mimbre, un arroz muy apelmazado, gomoso, que invitaba a cogerlo con las manos y a untar con él los restos de sabores que coloreaban el plato. De la segunda tanda me viene a la memoria, no sé por qué, un trozo de berenjena que se asoma en la sopa, y mi cuchara que lo atrapa; y ya en la boca, la esponjosa berenjena caliente y líquida entrando en contacto con mi lengua, con mi paladar, con mis papilas gustativas. Lo siento, se me fue la olla otra vez. ¿Dónde estaba?

Aquí.




-¡Ah, sí, el Ban thai! ¡Qué deleite! ¿El vino? Tienen un crianza de la casa más que aceptable. ¿La atención? Exquisita. La mujer que nos servía, probablemente thailandesa, nos atendió como un buen árbitro de fútbol, es decir, fue casi invisible. Mientras, el dueño, vasco él, se mantenía en un discreto segundo plano y recogía todo lo que ella llevaba de la mesa nada más bajar de la tarima donde estábamos sentados los comensales. Después de comer me hice el encontradizo con él y le comenté lo de que le había oido en la radio y tal. El me contestó diciendo que había mucha gente de otras partes de Euskadi e Iparralde que frecuentaban su restaurante y..., qué quieres que te diga Archimboldi, no me extraña.

Bueno y éste ha sido el menú del día del hoy. Otro día os deleitaré con un asado de perro, plato típico de la gastronomía antibulesa.

2 comentarii:

Jorge Guitián spunea...

Con lo que me gusta la comida asiática en general y como voy a andar por Bilbao en mayo, me lo apunto. Tiene buena pinta.

Beno von Archimboldi spunea...

Tan buena como tu exquisito blog.