Intermitencias chinas 7.0

Entre Quilin y Yangshuo

De Kunming a Quilin. Del suroeste al centro sur. Las Intermitencias Chinas cambian de escenario.

Luciano había estado ordenando los apuntes de su estancia en Quilin y Yangshuo:

-Cuántas cosas para contar. Parece mentira lo que puede dar de sí un mesecito de viaje. Me doy cuenta de que da más trabajo recordarlo que vivirlo. Pero tengo una excusa: eso ya lo descrubrió Proust hace cien años.

A la recherche, pues:

Quilin es una ciudad fluvial, icono del turismo nacional, famosa por sus montes y sus ríos. Paradógicamente, se asienta sobre un terreno llano que está petado de montes. Imagínate las escamas de un Brontosaurio. Así es allí el paisaje. Y no sólo en Quilin, también en Yangshuo, que está 60 km al sur.



Entre ambas ciudades fluye el río Li, una autopista fluvial donde pasan cada día innumerables barcos, con turistas a los que les sobran treinta euros. Si lo haces en autobús te vale con uno solo. Y el paisaje es casi el mismo.

Aunque, eso sí, no podrás ver en tres dimensiones la imagen que aparece en el billete de veinte yuans.





Pero eso lo vieron más tarde, cuando se dieron un paseo más modesto por el río Li, del que tratará el siguiente post.

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Ahora toca hablar de Yangshuo, en cuyo Youth Hostel pasaron Adela y Luciano unas cuantas noches. Yangshuo es una pequeña ciudad de 300.000 habitantes, ideal para el descanso del viajero. La meca de los trotamundos, según el Lonely Planet. El Youth Hostel estaba en Xi Jie, una calle pensada exclusivamente para turistas occidentales, sobre todo en los precios de comidas y bebidas, que no tenían nada que envidiar a las del centro de París.

Por esta razón, Adela y Luciano decidieron que en adelante se saldrían del barrio para comer. Y no les fue mal. En las calles de los chinos había un montón de comedores pequeños, del tamaño de un garaje particular. La comida era siempre la misma. Consistía en un cuenco de arroz y otro de verduras y carnes recién fritas en aceite de soja. El cliente escogía de los diferentes cuencos una muestra de los productos que quería que le prepararan y se lo daba a la cocinera. Luciano y Adela también añadían la palabra búladé, que significa con muy poco picante. Si no lo hacían, era probable que dejaran el plato en la mesa. Todo eso, más una cerveza de medio litro les costaban no más de 20 yuans, unos dos euros al cambio. Después se compraban algo de fruta en el mercado y ya iban más que servidos.

Echemos un vistazo al comedor:



Y aquí acaba la primera parte de la séptima entrega de las intermitencias chinas. En la siguiente conoceremos a un personaje peculiar, don Quijote del río Li.

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