El asesino anda suelto

Durante aquellos primeros días del año 2006 en todos los sitios se hablaba de lo mismo. Los medios de comunicación bombardeaban al consumidor con consejos de cómo, cuándo y por qué dejar el pitillo; y en los estancos, compañías tan poderosas como Phillip Morris repartían folletos con eslóganes así:


Información de Phillip Morris sobre cuestiones importantes relacionadas con el consumo de tabaco:

-Fumar es adictivo y peligroso.

-Los menores no deben fumar.

-El humo del cigarrillo contiene miles de sustancias químicas.

-Dejar de fumar reduce considerablemente el riesgo de contraer enfermedades.

-No piense que los cigarrillos con menores contenidos en alquitrán son más seguros o mejores para usted.

Y finalmente, de manera falaz y rastrera, le dedicaron más de la mitad del folleto (16 págs.) a responder a la siguiente pregunta:

-¿Es posible fabricar un cigarrillo menos nocivo?

Brindavino se encontró con un folleto de éstos cuando fue a echar la loto a un estanco. En casa, ya más tranquilo clamó estas palabras a los techos con goteras, mientras Adela y Locosueño dormitaban en el sofá de la sala de armas:

- ¿Qué pasó, che? ¿Acaso se volvió el mundo del revés? ¿Acaso tenemos que hacerle caso a ésos, con lo que se han forrado enganchando a adolescentes que querían ser como James Dean? No me creo nada. Es más, me dan ganas de volver a fumar con nuevo ímpetu.

Pero no. En vez de eso extrajo de una estantería un periódico viejo que había guardado con gran cariño, y volvió a leer el artículo que le ayudó a dejar de fumar, aunque a su pobre autor de nada le valiera.

El siguiente extracto fue publicado en el diario EL PAIS, un 3 de abril de 2003, un día después de la muerte del gran pequeño Terency del Nilo (el artículo se publicó originariamente en junio de 2000).


YO FUI ESCLAVO DEL TABACO (Terency Moix)

(…) Con mi enfisema debidamente diagnosticado, continué consumiendo el veneno y reduciendo mi calidad de vida al mínimo, por no decir a la nada absoluta. Nunca faltaron excusas. ¿Cómo iba a escribir una sola página sin mis aliados, los cigarrillos? Pero los Ducados no me han convertido en Joyce ¿Cómo hacer el amor sin aspirar, después, una calada, como hacían las heroínas de nouvelle vague? Pero no se me presentó la oportunidad, porque gracias al tabaquismo entré directamente en la impotencia sexual, con el consiguiente deterioro de mis relaciones de pareja.

(…) La adicción es la trampa mortal. Y lo es en un grado que no he conocido en cosa alguna. Como mucha gente de mi generación –los blessed sixties-, yo fumé hierba en cantidades adecuadas, le di a los hongos, al peyote y un poquito al LSD. En resumen, cosas ideales para escuchar a Ravi Shankar y comer membrillo. ¿Por qué olvide la hierba y todo lo demás –Ravi Shankar incluido-, y en cambio los Ducados han permanecido a mi lado, año tras año, día a día, minuto a minuto? ¿De qué poderosa materia estaban hechos esos diablillos para irme convenciendo de que eran amiguetes cuando, de hecho, eran mojones en mi camino hacia el desastre? Son más poderosos que cualquier droga, pues mientras me convertía en adicto, en obseso, en esclavo, me hacían creer que me estaban ayudando. Pero ¿a qué? (…)

(…) Una pintoresca pulmonía doble vino a completar el cuadro. Y a mayor peligro, más tabaco. Enlazo con el principio: he visto a la Muerte cara a cara. No era como la de Ingmar Bergman, negra, ni como la de Woody Allen, blanca. Era azul, como un paquete de Ducados, y cada vez que en la clínica me agujereaban venas y arterias para introducirme sueros o sondas, o yo qué coño sé, imaginaba que me estaban incrustando cigarrillos. Después de todo es lo que había estado haciendo yo mismo durante 40 años.

(…) Ninguna reforma conseguirá devolverme el trozo de pulmón que me falta, por no hablar de deficiencias cardio-vasculares, sexuales y algunas bendiciones más. Mi falta de voluntad me ha convertido en un medio hombre. Y todo gracias a Tabacalera Española, que me presentó a mis asesinos cuando tenía la tierna de edad de 16 años y no estaba en condiciones de reconocer los variopintos disfraces de la Muerte.

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